martes, 21 de septiembre de 2010

Sorpresa


Es difícil pensar a secas, una propuesta para el arte de nuestro tiempo, menuda cuestión. Dado que no soy teórica ni pretendo serlo, intentaré dar mi opinión como artista y como espectadora de arte,  sin pensar en esto del milenio que tanto les preocupa a los teóricos y pensadores.
Cuando ayer Fernando en su charla mencionó la obra “ruido secreto” de Duchamp y la anécdota sobre el regalo japonés,  me quedó zumbando el tema de la sorpresa. Y es que en el fondo cuando uno va a una muestra de arte busca ser sorprendido, independientemente de los medios utilizados por el artista. Me pasa que mucho de lo que veo es tan literal, tan carente de esa cuota de misterio, es por eso que creo en un arte que si se desnuda por completo carece de interés, si su revelación es explícita.
Creo que el hecho artístico existe sólo cuando el espectador arqueólogo reconstruye para sí el sentido, imagina la obra, completa el mapa a partir de lo que le quedó en las manos. Para que el espectador asuma ese compromiso la obra debe dar algo a cambio.

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